lunes, 7 de enero de 2013
Diario, January 6, 2013
Día de Reyes, día de regalos debajo de la cama. Yo encontré el mío sentado a una mesa del café de Barnes and Noble en Coral Gables. Caía la tarde y con la luz, los ánimos y llegué y me senté con mi espresso y miré en derredor… y allí estaba Cuenquita. ¿Y qué hacía Cuenquita? Conversaba con una damisela encantadora. Pero ya no me conoce, no me reconoció, ya no me conoce Cuenquita, con las veces que fue al apartamento a cocinar unos frijoles que pa’que; y está hasta en el vídeo de mi casamiento en el que baila y bailaba y bailará. Está igualitico, que diría Álvarez Guedes. Me dio gusto verlo. Ese fue el regalo “básico”. El no básico” fue un tamal en cazuela con huevos fritos en la ocho y la cincuenta y siete del saugues; y el “dirigido” un par de bolas de helado de coco y coco almendrado en “E-l P-o-l-o N-o-r-t-e”, en Jayalia. La tríada, cabalístico que soy.
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