lunes, 14 de enero de 2013

Diario, January 12, 2013


La de anoche: una de arte y, en parte, de vinos. Una casa en Miami Shores, al norte pero no tanto de Miami; han acomodado el garaje de la casa y es una pequeña galería de arte; obras de formato pequeño y técnica mixta. Jorge Pantoja expuso en ese espacio por segunda vez, la anterior en enero del 2010. La obra de Pantoja ha ganado color y textura, ha perdido la sobriedad de las líneas (y el punto que diría Klee), el grafito y los ocres y las gradaciones de la sombra y la escasa luz. Sigue siendo una obra de dibujo, minimalista y conceptual. Bueno, apenas sé de arte, y de arte moderno y postmoderno, nada. Allí estaban viejos conocidos y nuevos por conocer; allí estaban Ana Albertina y Adriano, Gustavo Acosta y su mujer Glexis Novoa y la suya. Sentado, mirándolos a todos y recordando, recordándolos, cuando en los primeros meses de 1993, los viernes de galería en Coral Gables, era como una proyección de La Habana de finales de los ochentas, y estábamos solos y todas las familias en Cuba y éramos jóvenes y pintores y escritores y actores o actrices y teólogos y éramos distintos y éramos iguales y algunos tenían sueños y otros pesadillas. Allí estaba, sentando, mirándolos y recordando. Canosos, cansados, ajados, pasaditos de peso o con esa detestable institución de la vejez que es el abdomen sin contención. Allí estaba, sentando, mirándolos y recordando.

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