sábado, 16 de marzo de 2013

Diario, March 11, 2013

Hoy llegó a la clase de historia para estudiantes que no hablan inglés una nueva alumna, de Cuba, de La Habana. Se apellida Dávila, y recordé un viejo conocido, fuimos amigos por casi seis años, lo que duró la escuela secundaria y el pre-universitario. Nunca más lo he visto, ni sabido de él. Fuimos muy amigos, era muy simpático, el payaso del aula, Fernando Dávila. Nos conocimos el primer día de secundaria, debe haber sido el primero de septiembre de 1975. De ahí, unos días después, bautizo agrícola, nos fuimos para la escuela al campo, en Güira de Melena o cerca de Güira, a unos 10 kilómetros, un campamento, Silvia y Rosario, así se llamaba. Cuarenta y cinco días y sus noches. Doce añitos acabaditos de cumplir. Primera vez fuera de casa. Creo que también fue el fin de mi infancia, de la infancia en cuanto inocencia, o de la inocencia en cuanto inconciencia, o de la inconciencia en cuanto no conocimiento. No sé, algo terminó, algo comenzó.

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