De casualidad encuentro este artículo de noviembre del 2008,
y publicado en el periódico argentino "La Nación", escrito por Tomás Eloy
Martínez. El artículo es una conversación con Luis Harss, el legendario creador del canon de boom. Y éste dice en unas
simples palabras, lo que yo he dudado en confesarme a mí mismo sobre algunos grandes
de la literatura cubana. Sale ganando GCI. Ahí van algunas consideraciones que copio para nunca
olvidarlas:
[Sobre Alejo
Carpentier] Estoy tratando de recordar cuál fue el nexo con él. Su nombre
sonaba mucho. Se hablaba de él como un candidato al Nobel. No me gustó cuando
lo conocí. Era untuoso, rimbombante. Me pareció un oportunista encabalgado en
la montura de la revolución cubana. Un tipo muy pretencioso, pero erudito,
musicólogo, historiador, un típico intelectual latinoamericano con aspiración a
la trascendencia universal.
[Sobre Cabrera
Infante]… no había publicado todavía Tres tristes tigres, que salió cuando Los
Nuestros ya estaba en pruebas de galeras.[…] El Chino, como le decían, era
también así en la vida diaria. Abrumador. De cada palabra sacaba ríos de
sonidos iguales, nuevos sentidos y contrasentidos. Jamás descansaba. El único
alivio era tener cerca a Miriam Gómez, su esposa, una mujer extraña y
encantadora que había dejado su carrera de actriz en Cuba por él.
[Sobre
Lezama Lima] Cortázar lo puso de moda. Pero eso fue después de que salió Los
nuestros. A mí no me impresionó. Hay que decir que la primera edición de
Paradiso [publicada en 1966 por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba
(UNEAC)] fue muy confusa, casi ilegible. Y ya nunca le tomé el gusto. Me
encontré con una prosa libresca y farragosa, como de un adolescente onanista
atragantado de lecturas. Una especie de ostentación tropical, afiebrada, de
cultura. En eso se parecía a Carpentier.
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