viernes, 12 de abril de 2013

Diario, April, 5, 2013


Me llamó la voz enloquecida, esta vez serena… me limité a saludarla y estuvo hablando como quince minutos ininterrumpidamente, como si nada hubiera sucedido, como si no recordara los insultos pero los recordaba, porque me estaba sermoneando; resistí educadamente su andanada de lugares comunes hasta que persona fanática al fin y al cabo me dio un ultimátum: "o te confiesas, comulgas y dejas de hablar y de pensar, así mismo dijo, bondades del régimen castrista o lo nuestro, lo nuestro, dijo patéticamente, termina". Gracias. Colgué.

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