Ayer, precisamente, en la mañana leía una entrevista de Carlos Fuentes en el diario español El País. Hablaba sobre su producción literaria y sobre cómo escribir mucho lo mantenía joven, sino “se lo lleva a uno la chingada” –y se lo llevó ayer, unos días después. Escritor cosmopolita, sin la gracia y la osadía intelectual de Paz, que miraba América Latina con ojos mexicanos y bifocales de la academia norteamericana; aun así, Fuentes fue uno de los más lúcidos y competentes intelectuales públicos del mundo latinoamericano, tenía una mesura envidiable. Debió haber sido un profesor excelente y lamentaré no leer más sus artículos de prensa.
Tengo deudas literarias con él –nunca fui un lector disciplinado de su obra ni novelística ni de ensayos. Últimamente, mis deudas mexicanas me agobian.
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