miércoles, 6 de mayo de 2015

Martí, 6 de mayo de 1895… páginas perdidas del Diario



Ayer me puse a mirar los libros en los anaqueles del estudio de casa. Parecen ordenados pero no lo están –las nuevas adquisiciones y la pereza han ido introduciendo el desorden. Estaba nublado afuera. Un libro de tapa anaranjada y letras gruesas y violetas que escribían la palabra “correspondencia” se descolgaba, comprimido por otros libros. Lo saqué para ponerlo en otro sitio y al tenerlo en mis manos leí el nombre de los correspondientes –José Martí y Máximo Gómez. Abrí el libro para repasarlo y dentro del libro encontré dos fotografías: en una, un amigo, llamémosle O, posando junto a un amigo suyo; en la otra el mismo amigo, O, esta vez junto a una mujer que no conozco. Él, el amigo de la foto, O, me regaló el libro que coloqué con descuido y desinterés en el primer espacio vacío que encontré y lo olvidé hasta que lo vi hoy, de casualidad, cuando me puse a mirar los libros mientras estaba nublado afuera.

“Correspondencia José Martí-Máximo Gómez”, editado en dos mil tres por el Centro de Estudios Martianos, es un libro de colores desacompasados y papel pésimo. Comencé a hojearlo por puro aburrimiento y después de una romántica dedicatoria, me entretuve en el prólogo. En el prólogo se nos explica las razones para la publicación del libro de marras, entre ellas pretender “llenar las deficiencias presentes [en anteriores publicaciones] en las que se ha tratado la temática de las relaciones entre ambos (se refiere a José Martí y Máximo Gómez).” El índice de la obra relaciona cuarenta cartas; una anotación de Gómez a propósito de la famosa de carta de Martí a él, fechada el veinte de octubre de mil ochocientos ochenta y cuatro; una circular de Martí convocando a Gómez a participar en los preparativos de la nueva guerra (la circular está firmada por un grupo de cubanos residentes en Nueva York); un artículo de Martí dirigido a Gómez y publicado en el periódico “Patria”; veintiséis páginas de comentarios de Martí sobre Gómez; veintiuna de comentarios de Gómez sobre Martí; y una última sección dedicada a reproducir cablegramas que se cruzaron distintos protagonistas de la última guerra de independencia del siglo antepasado. En la contraportada del libro, un plegable con una tabla cronológica de la correspondencia y notas sobre la misma. Hay también un inserto con el itinerario de los tres viajes de Martí a Santo Domingo y Haití, así como un mapa de los movimientos de Martí desde Nueva York a Montecristi y desde ese ahí hacia Cuba. La última parada que se recoge en el mapa es en la isla de Inagua, hoy bajo jurisdicción de Bahamas.

Mas por curiosidad que por devoción leí la famosa carta, la de octubre del ochenta y cuatro y volví a leer la frase sobre la fundación de un país y la jefatura de un campamento y leí también la indignación contenida por el respeto; leí también, por vez primera, la anotación que hace Gómez de esa carta de Martí y su enfado, el de Gómez, y la sentencia de éste “que no se da contestación a los insultos” y su determinada intención de dejar establecida su visión de los hechos. Martí de treinta y un año y Gómez, de cincuenta y dos, los ciñe la pasión y el honor, virtudes olvidadas ya hoy.

En el prólogo de esta edición, el autor -o los autores, no queda claro- alude, o aluden, al incidente de La Mejorana. El autor, o los autores, quiere, o quieren, establecer la cordialidad que existe en ese momento entre Martí y Gómez y la posibilidad que el desencuentro ocurriera entre Martí y Maceo, que tiene otro pensamiento de gobierno, como apunta Martí que le dijo Gómez el día cinco de mayo. Aun así el autor, o los autores, insinúa, o insinúan, que no hay absoluta certeza sobre si el desencuentro de La Mejorana es entre Maceo y Martí, o entre éste y los otros dos, “…pues la falta de las páginas correspondiente al día 6 de mayo de 1895 crea cierta duda, al encontrarse este Diario dentro del Archivo de Gómez.” Hoy, ciento veinte años después que Martí escribiera esas páginas sobre el encuentro entre él, Gómez, y Maceo en el ingenio de La Mejorana y a la luz de la relectura de la entrada correspondiente al día anterior, cinco, apenas quedan dudas de la naturaleza de lo escrito el seis… “Y así, como echados, y con ideas tristes, dormimos”, ésa es la última oración de la entrada del cinco y ése estar así echados (echar por excluir) con todo el desgarbo que otorga la tristeza al cuerpo, me hace pensar en todo el desconsuelo que sintió Martí esa noche después de semejante indiscreta y forzada conversación, a mesa abierta… y del adiós rápido; y se me ocurre que esas ideas tristes lo mantuvieron en vela gran parte de la noche y miraba desde el rancho fangoso el cielo que no estaba estrellado, y la noche estaba cerrada y un aire como de lluvia, pesado, húmedo, una noche cualquiera de mayo, y pensó en su hijo, y en quien fuera su mujer, y pensó en su madre y en su padre y en sus hermanas a quienes apenas volvió a ver después de su destierro a España en 1871, y en ese sueño de felicidad que todos soñamos pero que sabemos escurridizo, a veces, inapropiado, pensó en alguna mujer que en algún lugar pensaba en él, y pensó en estar sentado en una habitación pequeña y adusta, tomando notas, haciendo apuntes, escribiendo versos, y entonces se ve allí, ni siquiera en el galpón del camino, sino en el rancho fangoso, cree él que ninguneado por gente que admira y quiere, y le embarga una angustia de muerte que, sin embargo, parece ida el día siguiente cuando con fe renacida escribe en la entrada del siete que los caballos comen piña forastera, y que A César le dan agua de hojas de guanábana, que es pectoral bueno, y cocimiento grato, y que la hija de Nicolás Cedeño[…] habla contenta. Incluso refiere que un tal Zefi dice que él llevó a Martínez Campos a conferenciar con Maceo, y cuando escribe el nombre de Maceo no lo adjetiva sino que cita a Zefi cuando dice como un elogio que “El hombre (Martínez Campos) salió colorado como un tomate…” A continuación Martí anota “Andamos cerca de Baraguá” y después desgrana un rosario de nombres de lugares y descripciones de hierbas y plantas y árboles y sitios y animales que solo un observador cuidadoso y apasionado puede listar…



Ayer, mientras miraba los libros en los anaqueles del estudio de casa, descubrí un libro de tapa naranja y letras gruesas y violetas que leen “correspondencia”; y leí que se trataba de la correspondencia entre José Martí y Máximo Gómez y quise leer la carta famosa, la de la frase famosa del pueblo y el campamento y, entonces, curioso, leí el prólogo que refería el incidente de La Mejorana y leí la fecha y me di cuenta de la coincidencia: que hoy (ayer) era cinco de mayo, el día aciago del encuentro en el ingenio entre los tres del noventa y cinco y que mañana (hoy) es seis, el día de las páginas que son arrancadas, que ya no están, y que debía referir algo sobre esa coincidencia trece días ante de la muerte de Martí en Dos Ríos o entre dos ríos, el río claro y calmo y el otro, revuelto y rápido…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Kafka, Diarios (1920)

Del cuaderno en que Franz Kafka registraba sus impresiones diarias, los apuntes tomados en 1920 que lograron sobrevivir a la voluntad de d...