I
pensando en tí, celosía mía.
II
algarabía
ruidos fofos
manos sueltas
palmotean
hacen ruido
parlotear
una lengua se proyecta
vivaracha
coqueta
arpegio del caracol
colillas
restos de alcohol
mesa en el centro
se mueven los pies
contonean la cintura
¿dónde estamos?
¡qué bien se está aquí!
algazara
carnes maceradas
nihil obstat
se acaba el mundo
una vueltecita más a la rosca
teatro
corridas las cortinas
butacas vacías
desorden
silencio
solo
quedo
mustio
Viene, viene
la tristeza con cara de payaso
solo
de pie
en el centro del blanco
taciturno
bebo café
y me duermo.
III
Sé -y me consta
que he entregado
la utopía,
que he escrito
-con frío y a destiempo
páginas muy breves
broqueladas en el llanto.
Siento no haber vivido a la intemperie
guardarme
de un catarro
de un recuerdo
Ahora bien
no se diga la
última palabra
hasta tanto
no haya
amanecido.
IV
En el espejo ocular
noche sabia
oscura densidad de lo ido
brusca cavidad
que es olvido
asesinato
de uno mismo.
Muéveme el verme
desencajado
por lo tibio.
Desnudo tiro del ombligo
me río de mí mismo.
Consagro con mis manos el vacío
de ver retratado sólo lo que existe
(entre lo tenue y lo desapercibido)
en un hoyo
una grieta
una herida.
V
Los hombres finiseculares
se bajan los pantalones
para mostrar las bajezas
lo torpe que han sido
en la mañana.
Los escritores de hoy
se suben la portañuela
para intentar ocultar
lo que no existe.
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