Desde que comenzó mayo, sabía que apuntar algo sobre este mes era un deber. Por muchas
cosas... por Cuba, por la iglesia, por mi hija. Por mi hija que cumple
diecisiete años y a la que le preparo un regalo que espero guarde con celo y
cálido recuerdo. Por la iglesia, porque este trece de mayo se celebraron los
primeros cien años de la aparición de la Virgen a tres niños en Fátima,
localidad portuguesa, y no es que sea —nunca lo he sido— un devoto de las
apariciones de la Virgen y sus diferentes advocaciones, prefiero a María, la
madre de Jesús, así a secas, a solas, pero esta aparición tiene unas resonancias
especiales en mi biografía espiritual y se celebra en el mes de mayo, el de
María, el de las flores; está también ese asunto de los secretos que se refieren
al infierno, la guerra y la apostasía; tampoco soy aficionado a las "teorías
de las conspiraciones" que entretienen y maquillan a tanto falso
erudito pero estos son asuntos serios que requieren que se medite en ellos: el
destino (posible) del alma que se decide aquí, ahora, el conflicto que nunca ha
cesado, ni cesará, —la paz siempre será una aspiración— porque satisface los
más primarios apetitos humanos y la apostasía que en su grado más grave es la
negación de las verdades reveladas pero es también la deslealtad y la traición
que consentimos. Por Cuba, porque en este mes de mayo recordamos la reunión de
La Mejorana (¿otro secreto?): "...Maceo y Gómez hablan
bajo, cerca de mí: me llaman a poco, allí en el portal: que Maceo tiene otro
pensamiento de gobierno... / No puedo desenredarle a Maceo la conversación... /
Y me habla, cortándome las palabras... / Y en tono herido- "lo quiero -me
dice- menos de lo que lo quería"... / ... vuélvese al asunto: me hiere, y me repugna...
/ Que va a caer la noche
sobre Cuba... / Y así, como
echados, y con ideas tristes, dormimos", y recordamos que dos semanas
después ese Martí que anota, muere en una escaramuza militar y con él muere la
posibilidad de una república con todos y
para el bien de todos en el futuro inmediato. Y recordamos, en mayo, la república que, aunque herida, fue la
posibilidad de ser entidad primero,
para luego transformarse en ente.
viernes, 19 de mayo de 2017
viernes, 12 de mayo de 2017
Desde este otro lado de la viña
Ayer escuché en la radio cubana de Miami —cada vez más escasa y repetitiva, pero siempre evocativa— sobre una comparecencia del Cardenal Jaime L. Ortega, Arzobispo Emérito de La Habana, en Madrid. El programa en cuestión re-transmitió algunos segmentos de la intervención del Cardenal aderezados con comentarios repletos de insultos, rabia incontenida, frustración e irraciocinio. Curiosamente, hasta ahora la prensa local ha reproducido solamente un parte del cable de EFE. Espero, con resignación, la andanada de artículos “de fondo” en las páginas de opiniones. La iglesia católica local guardará el silencio cómplice de siempre ante la lluvia de insultos y alguna que otra publicación católica diocesana quizás le dedique al asunto algún sesudo análisis no libre de veladas —o a lo mejor abiertas— críticas al Cardenal Ortega por haber cometido el pecado de no hablar de las violaciones de los derechos humanos, los presos políticos y la democracia… en Cuba, claro está. En cambio, el periódico global —ya saben, El País—que se cree “el mundo”, con su arrogante y, lo que es peor, mercenario sermoneo y su espíritu de bodeguero cosmopolita que seguirá perdiendo en Cuba más de lo que ya perdió, y que ya es casi peor que El Mundo, reproduce en su portal en línea un artículo más informativo sobre el asunto y proporciona un enlace a la página de Nueva Economía Fórum, que se describe como una “organización independiente de debate", en la que se pueden encontrar diversos materiales sobre la visita del Cardenal a esa institución y un video completo del panel en el que éste participó. Poner esta información a la disposición de los interesados me parece de suma importancia para formarse un juicio tanto de la comparecencia del Cardenal Ortega como del proceso por el que ha transitado Cuba desde el colapso de la Unión Soviética y el bloque de países socialistas.
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