sábado, 26 de noviembre de 2016

Confusiones (I)

I
S. me enseñó una entrada muy buena en twitter: no se eligió una “cara nueva”, sino que América —esa apropiación indebida por los estadounidenses— se quitó la máscara. ¡Qué bien está eso! En pocas palabras, una vasta realidad.

II
En una situación normal jamás le habría dado mi aprobación a Hillary Clinton para ocupar la presidencia ni de este, ni de ningún país, ni para ningún cargo político, sobre todo por aquella risotada cuando le informaron de que Gadafi había sido linchado… Esa risotada nos dice, que sí, que es una “nasty woman”. [Además de las otras conocidas, y no tan conocidas, tropelías del clan Clinton.]

III
Debut y despedida: tras apenas unos meses en la Casa Blanca, la Academia sueca le otorgó al presidente Obama el Premio Nobel de la Paz, unos meses después envió cerca de treinta mil efectivos a Iraq. A escasos meses de dejar Obama el inmueble presidencial, la Academia sueca le otorgó el Premio Nobel de Literatura a alguien que nunca ha escrito ni una línea [de literatura, quiero decir, y dejemos a un lado la pendejada de que las letras de sus canciones son poesía, respetemos la poesía], Bob Dylan.

IV
Es siempre una alegría leer a Andrés Reynaldo. Recomendaría su lectura a todos, piensen lo que piensen del cielo y de la tierra, de lo divino y de lo humano, de política y de religión —un sano placer lectivo. Nocivo puede ser, tóxico, sus opiniones y las lecturas de los hechos son [muy, pero que muy] ideológicas, de un irrealismo impresionante. Pero eso se quita, su lectura no empercude. Incluso, propusiera y votara por que lo publicaran en Juventud Rebelde los domingos —él por un lado y Taladrid por el otro. En Granma, no. Demasiado serio. Y la plaza “P’alante” ya tiene dueño: Carlos Alberto Montaner. ¿Por qué me acuerdo de ellos si estaba escribiendo, o quería escribir, sobre el hombre con nombre de pato y las elecciones?

V
Llevo a L. al catecismo, a una sesión especial de Catecismo, una clase de Catecismo privada, a make-up Cathecism class, porque resulta que L. pierde algunas clases los sábados por sus juegos de pelota y, ¡ay!, una clase perdida invalida la posibilidad de que reciba el sacramento de la Confirmación en mayo próximo. Es viernes por la mañana, las oficinas de la iglesia están abiertas, el sacerdote me recibe, quince minutos más tarde de lo acordado (yo no puedo llegar tarde, no, es una irresponsabilidad, me dijo un día) y le pido que, por favor, me excuse porque tengo que ir a la farmacia a buscar una medicina para mi madre, que regreso en seguida, y qué me dice el sacerdote, que no, no puedo irme y dejar a L. solo. Le digo solo no, con usted. Y me dice ese es el problema, no puedo estar solo con un niño, son las reglas, me dice. Pero, padre, le digo, la fe es confianza, yo confío en usted, qué Dios usted le enseña a L., cómo creer, confiar en alguien que no vemos, si no podemos confiar en alguien a quien vemos. Algo está torcido aquí. Y dice el padre que la gente se va de la iglesia porque no conoce su fe,  porque no sabe cuántas cuentas tiene un rosario, ni la diferencia entre pecado venial y mortal. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

VI
Escribí la entrada correspondiente al ocho de noviembre del diario de Céspedes en el que comenta sobre el proceso de deposición que la Cámara siguió en contra suya, y anota: “asco, asco, asco”. El mismo asco que siento este día de elecciones. Tener que votar por la asquerosa de Hillary para que no salga el más asqueroso del candidato con nombre de pato. Mejor no votar. Me fui a casa de A .y conversamos largo sobre su proyecto de escritura de un libro sobre fenomenología del que no entiendo mucho pero parece interesante. ¡Fenomenología en la era del pato!

VII
Análisis leninista: el hombre con nombre de pato es el sepulturero del capitalismo; el Gorbachov que tanto hacía falta. Hay que (re)leerse, al menos, dos obras de Lenin: “El Estado y la revolución” y “¿Qué hacer?” No es que mañana se vaya a caer el capitalismo [aunque la historia es mañosa; mañana los bárbaros invaden a Roma y, como sucede en la película cubana “Se permuta”, en que la protagonista grita desde el balcón de un apartamento habanero, “Oye, esto se jodió”, así puede suceder aquí], pero la descomposición del sistema es evidente. El hombre con nombre de pato, por el que el establishment no daba un centavo político, se paró en un discurso anti-postmoderno, anti-postnacional, y se llevó lo más anti-democrático de la democracia norteamericana, los votos de los colegios electorales, para ser democráticamente electo.

VIII
El ego de la señora Clinton fue su perdición —no se dio cuenta de la cama que le armaron, o ellos mismos, los Clinton, el establishment, armaron la cama con su arrogancia y desprecio de todo, la realidad y las personas... A quién se le ocurre pensar que, después de tener por ocho años a un negro en la Casa Blanca, van dejar entrar de Supremo Inquilino a una mujer. After a nigger, a bitch?, dijeron los pobres y blancos y trabajadores y rurales y desplazados no por los negros y las mujeres y los latinos, sino por los otros blancos, los que tienen el dinero, todo el dinero y el poder. Quizás Bernie habría sido un candidato más viable —más racional, menos vulnerable. El desprecio por las mujeres en esta sociedad es profundo, concentrado, atávico. Mírese nada más la publicidad, la mujer es objeto sensual para vender lo que sea.

IX
Los middle-age Cubans están un poco desconcertados con estos resultados electorales, avergonzados nunca –no hay lugar para la vergüenza. Hay un silencio en la blogosfera exmilitante de la UJC. Creo que se mudaron a fb, y hasta allí, hasta esa granja en la que los animales no se rebelan, no llego. Quizás alguien pueda informarme… [Leí un texto de Iván de la Nuez. Un par de cositas. Una cosita, los “proletarios” de los que habla de la Nuez no son tales por la sencilla razón de que apenas quedan industrias en los Estados Unidos; a lo sumo podrían ser, según el argot marxistoide que se aprendió en la Cuba anterior al período especial, obreros agrícolas. No fueron solo los proletarios ni los pobres, fue una colección de votantes blancos, pobres y ricos, misóginos, racistas e ignorantes todos… Pero, lo sé, así no se habla desde la política ilustrada. Ciertamente, una bofetada al establishment que es uno solo, y del que es parte el hombre con nombre de pato, aunque no le guste, aunque reniegue, aunque todos digan que es un outsider. Otra cosita, y última. ¿Cuál izquierda? ¿Qué progresistas? Ni en las elecciones, ni en la vida política norteamericana hay derechas e izquierdas serias, con un discurso y una acción convincentes. This is a reality show, nothing else. Esto es una duda, no una pipa. ¿Qué es lo post-democracia?

X

Antes del día de las elecciones presidenciales, la prensa local publicó la foto de una joven que llevaba un cartel en el que se leía: Cubana y Católica, Voto por Trump. No hubo una posición de la iglesia, pero el sentir en las parroquias favorecía al candidato “pro-vida”. En Miami, el apoyo al hombre con nombre de pato era abierto y contumaz. A mí me avergüenza esa ideologización de la “fe” de los cubanos de Miami. Me avergüenza porque me siento engañado, ahora comprendo que jamás les interesó ninguna libertad, ni justicia, les interesaban sus intereses perdidos, su condición de propietarios intervenidos. Me avergüenza porque ni siquiera se dan cuenta de que apoyando a semejante personaje hunden la práctica de la iglesia en el lodo de la exclusión, los privilegios, la vulgaridad… Ya verán como les sale el “pro-vida”. [Tengo la sospecha de que las prácticas de esta administración serán tan inestables, soberanamente arrogantes, vacías de todo sentido ético como el personaje que “endorsaron” y por el que votaron] Pero es “pro-vida”, se oirá un sonsonete de fondo.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Sin titulo

Poco antes que terminara el día de ayer, ocho de noviembre, me fui a dormir, tratando aparentar que no pasaba nada. Eran las once y media de la noche. Al acostarme sentía sienta intranquilidad, cierto nerviosismo que me hizo recordar el terror y la ansiedad que sentí el martes once de septiembre de dos mil uno. Unas dos horas más tarde, desperté y leí en NYT que Trump ganaba, irremediablemente. Lo peor está ocurriendo. Estados Unidos está hablando, por primera vez, la verdad de su sistema político, de su sociedad, sin afeites ni retoques: vivimos en una sociedad racista, misógina, de odio al inmigrante, demagoga, intolerante. Es el mentís de todo lo que pregona, de esos “valores universales” que imponen a sangre y fuego. Y ahí están todos, desde la población blanca, rural y pobre que salió a votar para recuperar la “América perdida” hasta los ricos y citadinos (y blancos) conservadores moderados que se esconden tras el velo de la corrección.
Ahí está David Brooke quien no tan lejos como ayer escribió, en las páginas del NYT, que se necesitaba un “tercer patriótico partido” que comprendiera que “el mundo se beneficia cuando América es una potencia líder y enérgica”. Una declaración a lo Trump, un trumpismo delicado ese, educado pero lleno de la misma avasalladora ignorancia.
Muchos norteamericanos de los más diversos orígenes étnicos y socio-económicos, conocerán hoy, por primera vez, la América profunda que trataron de escamotear, con éxito, por tantos años, los medios y el establishment de este país, de la misma manera que se enteraron quince años atrás, el once de septiembre de dos mil uno, que había gente en el mundo que los odiaba. No lo podían creer, “¿nos odian? ¿a nosotros?”, se preguntaban.
Más allá de la metáfora y de las lecturas “intelectuales” que se puedan hacer de los hechos, la persona Donald Trump, esa que no se ha escondido para mentir, el extremista, el delirante, el déspota, será el inquilino de la Casa Blanca por cuatro años. Tengo miedo y asco. Pero sobre todo me preocupan mis hijos, los hijos de mis amigos y de los que no lo son tantos, los hijos de todos nosotros, que verán a lo más venal y vulgar (y miserable) de este país implementar unas políticas domésticas e internacionales que no traerán más que pesar y desasosiego.

Paul Krugman no lo puede creer, escribe hoy en el NYT, y se pregunta, “Is America a failed state and society? Me temo que sí, míster Krugman, aunque quisiera pensar lo contrario por los mismos que temo en este día que apenas comienza y que es tan triste y desolador como aquel martes, once de septiembre de dos mil uno.

Kafka, Diarios (1920)

Del cuaderno en que Franz Kafka registraba sus impresiones diarias, los apuntes tomados en 1920 que lograron sobrevivir a la voluntad de d...