viernes, 22 de septiembre de 2017

Litúrgicas (3)

Preparando la anotación de ayer, pensé en el silencio que es consustancial a lo litúrgico—la liturgia emana del, y se realiza en, el silencio. No el silencio que algunos imaginan como ausencia de sonidos, sino como presencia de totalidad, como si en la integración de todos los sonidos estos se anularan y se alcanzara la quietud, el sosiego... Pienso en esos momentos entre palabras y ritos que se consagran a pensar, meditar u orar, en esos en que me detengo y miro atrás, o hacia delante, hacia la certeza de un día estar en otra parte, o en ninguna; y, en esos otros, en que recuerdo a aquella persona que tanto amé y sé perdida ya, para siempre, o en aquel momento que vago por los portales o aceras de las anchas avenidas; pienso en el silencio del puerto, de la ciudad de noche, del amanecer en camino a la unidad militar o, años después, a la universidad; el silencio de estar solo o en medio de las multitudes, pero solo; el silencio de la música o de la poesía, de la lectura de aquel libro de aventuras, de todos los libros en la sala de lectura de aquella biblioteca o en la sala de casa (para leer hay que estar aislados, en lugares delimitados, cerrados, en donde los otros son meros espejismos, ánimas de paso —no sé cómo alguien puede leer en lugares públicos, al sol, sin vergüenza alguna).
Pensando en esta anotación, desperté en medio de la madrugada. Me puse a leer un blog, del cual recibo notificaciones periódicas, de un inglés, agudo lector, hombre de silenciosos apuntes —¿cómo escribir "silenciosas escrituras"?—, que citaba, a su vez, otro blog y lo que su autor había escrito: "Silence is not something we can talk about in public. [...] Perhaps building a library is an attempt to make silence physical." Esto es un acto litúrgico, no mera casualidad—pensaba escribir esta nota sobre el silencio y aparece este texto que no es sobre el silencio, y que cita a Steiner que, a su vez, escribió sobre la escritura de Bernhard como una "monotonía del odio", hay algo monótono en el silencio, pero aparece este texto, como enviado, escritura en la pared: el silencio es privado, la biblioteca como espacio del silencio. Eso sucede cuando estoy "tramando" algo—llegan señales, indicios, pequeños gestos.
Algo más tarde, esa misma madrugada, recibí una llamada desde Zurich y me dice el amigo que lea "Lenin 2017", de Žižek , y busqué un avance de esa lectura y resulta que un autor tan aparatoso como Zizek comienza su Lenin citando una obrita pequeña de Freud, cuyo título articula una posible mecánica del silencio: recordar, repetir, reelaborar, y pienso que pueden ser tres momentos equivalentes y simultáneos del silencio litúrgico.

Al sentido litúrgico de la vida no escapa nada—cada cosa, acto, gesto o palabra está enhebrado de manera que nada sea ajeno, que cada cosa sea parte de esa totalidad a la que aspiro.

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