miércoles, 22 de mayo de 2013

Diario, May 18, 2013

Comienzo a leer a Calvino y me encuentro este pasaje: «Era difícil hablar [...], poseídos por un mar de palabras, enmudecíamos cuando estábamos juntos, caminábamos en silencio uno al lado del otro por el camino de San Giovanni. Para mi padre las palabras debían servir para confirmar las cosas, y como señal de posesión; para mí eran previsión de cosas apenas entrevistas, no poseídas, supuestas.» Recordé cuando por espacio de algo más de un año mi padre y yo tomábamos la guagua en la misma parada a la misma hora. Ese era el tiempo, entre el año 1982 y 1983 que estaba pasando el servicio militar en Parcelación Moderna, en las afueras de La Habana y podía salir de pase casi diariamente. El trabajo de mi padre era en la misma dirección y nos levantábamos a la misma hora y salíamos a la parada y hacíamos el viaje junto por un rato. Él se apeaba antes que yo; la última parte del trayecto la hacía más solo, porque solo siempre estuve… apenas hablábamos durante el trayecto de la casa a la parada, ni en la parada mientras esperábamos la ruta 68, ni en la guagua, no recuerdo si quiera que nos sentáramos cerca, a lo mejor sí, no recuerdo…

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