viernes, 12 de abril de 2013

Diario, March 16, 2013


Los sábados en la mañana, que bellos, siempre me recuerdan a mi vida en Cuba. ¡Cómo me gustaba levantarme los sábados tempranos y caminar por la ciudad, por la calle Infanta hacia Malecón; la calle Carlos III hacia Belascoaín; ir a la Iglesia de Reina, o del Carmen, o a María Auxiliadora, o La Merced; caminar por la Avenida del Puerto, entrar a la Catedral, al Seminario; montarme en la lanchita de Regla o Casablanca; caminar por Ayestarán hasta 19 de Mayo y un poco más adelante hasta la Biblioteca nacional; caminar por 23 hasta Paseo, ir a Villa San José en G y 19! Sobre todo estar solo, caminar solo, mirar a la gente, discurrir sobre los posibles pasados, los probables destinos; fantasear, imaginar otra vida, otra parte (ya sé, reminiscencia kunderiana); y estaba contento, muy contento los sábados en la mañana; y fue un sábado, e la mañana, el día en que te encontré, o me encontraste, o nos encontramos, y fue así que llegué a tu casa y no hicimos nada más, nada más, lo juro, que besarnos, durante casi dos horas, y como casi siempre me pasa contigo el dolor y el amor repartidos a partes desiguales, más dolor que amor.

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